A corazón abierto, de Elvira Lindo

Elvira Lindo narra en A corazón abierto la historia de un hombre y una mujer que vivieron una gran pasión, un amor feroz, agitado siempre por la presencia de los niños, por los cambios de domicilio, por la enfermedad y por unas personalidades que parecían conjurarse en contra de una vida serena.En esta novela, Elvira Lindo convierte a sus padres en personajes literarios para aproximarse a ellos con libertad, lucidez, humor y empatía.

 Una historia sorprendente a veces, emocionante siempre, de ágil lectura, con un lenguaje muy cercano y natural. Una historia de amor, con sus luces y sus sombras, que describe no solo unos personajes, sino una época. Con ella recorremos también las miserias y el hambre de la posguerra española, la España de los años sesenta y setenta –con esos interminables trayectos en coche que había que emprender casi al anochecer para evitar el calor sofocante–, la Transición o la periferia de la lucha antifranquista.

 Lindo retrata a su padre desde la empatía, la compasión y el amor. Con distancia, pero con cercanía a la vez. Al convertirlo en un personaje de novela, es capaz de transitar por las zonas de sombra del padre (su autoritarismo o su fanfarronería, por ejemplo), pero también por las luces, como ese instinto de supervivencia que tuvo siempre o el amor que sintió por su familia, el refugio de un niño abandonado en plena posguerra.

De un carácter opuesto al padre, la madre de Lindo es otro de los grandes personajes de esta novela. Si el padre es ubicuo, la madre es como un “fantasma”, es un personaje que se define más por su ausencia que por su presencia.

Una vez más podemos ver cómo las épocas, los contextos y las familias dejan su huella en la vida adulta.

Como si de una composición musical se tratara, cada capítulo es una demostración de gran técnica puesta al servicio del puro placer de narrar las luces y las sombras de un pasado convertido para siempre en gran literatura.

1 Responses to A corazón abierto, de Elvira Lindo

  1. Anónimo dice:

    ROSARIO
    Novela narrada desde la emoción, desnudándose la autora frente al lector. Ha conseguido que me involucrase en la historia, pues todo lo que me estaba contando me traía recuerdos de esa época, ya que la escritora es contemporánea mía. Hacía tiempo que no venía a mi memoria la revista Lily, que leía todos los domingos en el parque con una amiga, como esa Raquel con la que la protagonista hace pacto de sangre.
    La historia es muy cercana, ya que todas somos hijas de alguien. A menudo idealizamos a nuestros padres y nos nutrimos de sus fantasías. Excelente retrato de la experiencia vivida por esa niña «nómada» que quedó atrapada en el dolor no resuelto por la temprana muerte de la madre y de la que no pudo superar el desapego.
    Sobre el padre gira todo el relato, en una narración circular, pues termina casi como comienza. Con la vida de ese padre-niño desarraigado del hogar y conservando para siempre el estigma de la soledad, que a lo largo de los años maquilló con el rol opuesto, que es seguir estando solo entre la multitud.
    Por las páginas pasan momentos intensos: 1) desde el personaje de esa abuela materna, Doña Sagrario, víctima de su propia ambición y tacañería. 2) también cuando la protagonista tiene que trasladarse desde Palma, donde por primera vez se sentía feliz, a Madrid motivada por la operación de la mamá. Momentos muy tristes del estado anímico de ésta después de la intervención médica. e) sus 15 años viviendo experiencias que no busca ni entiende, exorcizando de ese modo «la soledad de la ausencia». 4) el desvarío del padre cuando se va solo a Cádiz, el cual explica en páginas finales. 5) el perdón de la hija cuando lo entierran junto a la madre, por petición del padre, en el pueblo, a pesar de los reproches mentales que la autora va reviviendo durante el sepelio. 6) buen cierre con ese relato y poema de «El niño y la Bestia».
    Frases resonantes:
    – A veces se tarda media vida en mirarse a una misma con compasión
    – Padre modelo que ofrecía ejemplos antipedagógicos
    – Me paso la vida fingiendo una experiencia
    – …. sonrisa que sube …. rostro alargado …. ojos tozudamente inclinados hacia abajo… la doble naturaleza de un temperamento inestable

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